El trabajo cardiaco
La expulsión de sangre por el sístole
significa trabajo cuya magnitud está en relación con la diferencia de
presiones entre ventrículos y arterias y con el volumen de sangre por expulsar.
La contracción ventricular imparte a la sangre una determinada cantidad de
energía (energía de presión y energía cinética) que determina la velocidad del
flujo. El trabajo cardiaco consiste, por lo tanto, en la expulsión de la sangre
de los ventriculos a los grandes vasos (aorta y arteria pulmonar) con cierta
presión y velocidad. El trabajo del corazón está integrado, por consiguiente,
por dos factores: un factor de expulsión que hace fluir la sangre, en contra de
una gradiente de presión, de los ventrículos hacia los grandes vasos; un factor
de aceleración, que proporciona a la sangre energía cinética de la cual depende
la velocidad del flujo.
Para calcular la intensidad y la efectividad
del trabajo cardiaco, es necesario multiplicar el volumen sistólico por la
presión que los ventrículos ejercen sobre la sangre durante el sístole. El
volumen-minuto se obtiene multiplicando el volumen sistólico por el número de
contracciones por minuto y es de unos 5 a 6 litros. Este volumen expresa
fielmente la magnitud del trabajo realizado por el corazón en la unidad de
tiempo. La magnitud del trabajo está en relación directa con la superficie
corporal y su valor fluctúa normalmente entre 3-3. 4 kilogrametros/ minuto/ m2.
Esta relación entre trabajo cardiaco y superficie corporal es el llamado
índice. cardiaco.
El trabajo cardiaco es esencial
para el aporte adecuado de O2 y de sustancias alimenticias a los diferentes
órganos y tejidos y depende de numerosos factores, entre los cuales cabe
nombrar:
1. Edad.
2. Posición corporal, siendo su valor
en reposo y en posición horizontal menor que en posición vertical.
3. Estado de actividad: su valor
aumenta en proporción directa con la intensidad del trabajo muscular, pudiendo
sobrepasar 5 a 6 veces los valores de reposo.
4. Estados emocionales, que se
acompañan de aumento del volumen minuto y de la presión arterial.
Este volumen
se modifíca a consecuencia de las taquicardia que caracteriza a estos estados.
El organismo varía sus
requerimientos energéticos de acuerdo con su actividad, con factores
ambientales y con su condición interna. El trabajo cardiaco debe ajustarse en
cada momento a estos requerimientos, mediante modificación del volumen
sistólico y de su frecuencia.
El aumento del volumen sistólico se realiza a
expensas de la sangre que queda normalmente en el ventrículo después de cada sístole
(volumen residual o residuo sistólico). El incremento de la frecuencia
cardiaca, siempre que no sobrepase cierto límite, como hemos dicho, produce
aumento del volumen-minuto.
Como ya hemos mencionado, la elongación
(distensión) de las fibras del miocardio aumenta su fuerza contráctil (Ley de
Starling). Este fenómeno constituye un mecanismo de fundamental importancia en
la adaptación del corazón a las exigencias del momento. Así, por ejemplo, un
aflujo mayor de sangre, produce un aumento del llene ventricular, mayor
distensión de las fibras ventriculares y, consecuentemente, incremento de su
fuerza de contracción. Asimismo, un aumento de la presión intraaórtica ofrece
mayor resistencia a la expulsión de la sangre. A causa de esto en los sístoles
siguientes el volumen sistólico disminuye y aumenta, por consiguiente, el
residuo sistólico. Resulta así una mayor distensión diastólica de las fibras y
un aumento de su fuerza contráctil, que permite restablecer el gasto sistólico.
Es evidente que en estos dos
casos la ley de Starling juega un papel de fundamental importancia. Cabe
señalar que esta ley se cumple también en el corazón totalmente denervado y es,
por lo tanto, independiente de los mecanismos nerviosos de cardíaca.
El volumen-minuto puede incrementarse al
aumentar la frecuencia cardíaca, sin cambio del volumen sistólico, siempre que
la taquicardia se acompañe de aumento del retorno venoso y que no se acorte
significativamente el período de llene rápido ventricular. Sin estas
condiciones, la taquicardia no aumentará el volumen-minuto o lo hará sólo en
muy pequeño grado.
Cabe señalar que en condiciones
normales la taquicardia se produce a través de la activación del simpático
cardiaco. Este incrementa al mismo tiempo la fuerza contráctil miocárdica,
aumentando el vaciamiento sistólico ventricular.
El corazón dispone, por lo tanto, de una gran
reserva de adaptación, llamada reserva cardiaca, que le permite satisfacer
exigencias muy amplias.
En condiciones fisiológicas, el
aumento del volumen-minuto se debe al mayor volumen sistólico o exclusivamente
a la taquicardia.
La taquicardia, como mecanismo de
compensación, es utilizada preferentemente por personas no entrenadas. En las
entrenadas, por el contrario, la mayor participación en el incremento del
volumen-minuto corresponde al volumen sistólico, lo que las capacita para
realizar, sin fatigarse, trabajos intensos durante un tiempo prolongado.
FUENTE: http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/ciencias_quimicas_y_farmaceuticas/steinera/parte04/01j.html
FUENTE: http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/ciencias_quimicas_y_farmaceuticas/steinera/parte04/01j.html
MARCELAAAMMMMM LA MEJORXX
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